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publicado en Gipuzkoako PEO

En este 8 de marzo, Día de la Mujer, desde el Colegio Oficial de la Psicología reivindicamos que sigamos avanzando en el camino de la igualdad y celebramos que en 2018, esta cuestión se encuentra en un momento histórico de fuerza y vigor en su discurso, con una incidencia social y política mayor para mejorar la vida de mujeres y hombres, de niñas y niños.

Es un 8 de marzo histórico, que llega precedido de un año en el que se ha visibilizado más que nunca la diferencia que afecta a mujeres y hombres. Una desigualdad estructural entre hombres y mujeres sostenida en el tiempo y normalizada.

Miles de mujeres siguen sufriendo una violencia normalizada, que se minimiza e incluso se justifica; existe una brecha salarial directa; las tareas domésticas y de cuidados siguen recayendo mayoritariamente en ellas; las madres son las que reducen su jornada laboral con diferencia respecto a los padres; las mujeres son violadas, acosadas, increpadas por la calle. Perviven y se reproducen micro y macromachismos.

Es cierto que nunca se habían alcanzado tales cuotas de igualdad, pero también es verdad que nunca había sido tan visible la desigualdad entre hombres y mujeres. Muchas mujeres con una actitud valiente han denunciado el acoso sexual, los techos de cristal, los salarios más bajos, el diferente reparto de los cuidados… destapando y evidenciando las desigualdades e injusticias que todavía no hemos superado.

La discriminación que ha sufrido históricamente la mujer ha entrado en el debate y es una de las mayores injusticias en nuestra sociedad porque afecta directamente a la mitad de la población y, en este sentido, es imprescindible que pongamos en marcha recursos y políticas que favorezcan un equilibrio entre mujeres y hombres

El hecho de ignorar las consecuencias de la desigualdad entre hombres y mujeres es obviar una parte fundamental del contexto social de las personas y de sus consecuencias, puesto que la construcción de género incide directamente en la subjetividad de las personas, y por ello afecta a los comportamientos y a la salud psicológica. Por eso, como psicólogos y psicólogas debemos continuar formándonos en el ámbito del género e incorporar la perspectiva de género a nuestra práctica profesional.

Es el momento de propiciar políticas que destruyan los privilegios que sustentan esta sociedad patriarcal y educar a las futuras generaciones en una igualdad real.
07 03, 18